“Cada año, miles de personas que solían estar motivadas experimentan un colapso de sus capacidades emocionales, intelectuales y físicas. Se hallan en las últimas, con el ánimo por los suelos, quemados”. De esta forma el psicólogo y coach empresarial Frank H. Berndt define uno de los males más característico de nuestro tiempo: el Burnout o Síndrome de Agotamiento Profesional.
El síndrome de Burnout se presenta cuando consumimos nuestra energía por un largo período sin que suministremos energía de recambio.
No es fácil darnos cuenta porque puede pasar mucho tiempo antes de que se presenten los primeros síntomas, esto puede tardar meses o incluso años. Habitualmente se nos recomiendan vacaciones, pero esta solución no siempre es suficiente ya que no se trata únicamente de agotamiento físico, sino también de desgaste emocional.
Por otro lado, en muchas ocasiones somos incapaces de reconocer los síntomas de esta problemática y suelen ser las personas de nuestro entorno quienes se dan cuenta de que algo no está bien con nosotros.
Las personas que padecen burnout se encuentran en un estado de agotamiento total. Hasta las tareas más sencillas les parecen retos enormes. Bajo la apariencia de que están sobrepasados de trabajo, se repliegan en sí mismas, perdiendo el rendimiento emocional, social, intelectual y físico de forma alarmante. Estos síntomas no sólo son las consecuencias, sino que también funcionan como aceleradores del estado de agotamiento. Cuanto más pronto se identifiquen los síntomas del burnout, más rápidamente podrá interrumpirse el círculo vicioso que provoca este trastorno y así evitar las consecuencias negativas para la salud.
Las personas afectadas con el Síndrome de Agotamiento Profesional experimentan cambios en su mundo afectivo y emocional. Pierden la ilusión y frecuentemente se muestran frustrados, apáticos e indiferentes a su entorno. Suelen irritarse fácilmente y presentar una marcada tendencia al llanto. También suelen ser agresivos y paranoicos, entre muchos otros síntomas.
Ante esta compleja situación emocional, sus relaciones sociales se ven afectadas, sintiendo que las interacciones sociales son un fastidio. Suelen desconfiar de sus colaboradores; así como ausentarse frecuentemente del trabajo, descuidando sus responsabilidades. Suelen aislarse, refugiándose en conductas evasoras, como consumir televisión en exceso, juegos de video, entre otras actividades.
Luego de estas dos etapas -la emocional y la social-, las capacidades intelectuales comienzan a verse afectadas, perdiendo la concentración y presentando fallos en la memoria. Quienes padecen burnout, a menudo se sienten sobrepasados antes labores complejas y no toleran los cambios. Suelen perder su capacidad en la toma de decisiones y su iniciativa. La desmotivación es una característica básica de esta etapa.
Este momento es cuando comienzan a aparecer síntomas físicos como la falta de sueño, debilidad, tensión muscular, en particular en los hombros y la zona del cuello. Aparecen dolores de espalda y de cabeza, se debilita el sistema inmunológico, por lo que suelen agriparse fácilmente. El alza de la presión arterial, las arritmias, los trastornos respiratorios y la falta de apetito sexual suelen presentarse en esta etapa.
Ante esta situación, ¿qué podemos hacer?
Primero es importante saber que no resulta fácil identificar este síndrome y que no se presenta de la noche a la mañana. Como dije antes, nuestras personas cercanas suelen ser quienes identifican su presencia.
Te recomiendo llevar un diario de tu estado físico y emocional, no tienen que ser escritos largos y tediosos, con anotaciones breves en una agenda sobre cómo nos sentimos durante el día es más que suficiente, de esta forma podrás notar algunas constantes que deben ser atendidas.
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Por: Andrés Mayo